martes, 20 de diciembre de 2011

"A diez años de aquellos diez días"

A diez años de aquellos diez días

El lunes 17 de diciembre cargue mi mochila con un termo, algo de yerba y partí junto a dos amigos, enfermos de Racing como yo rumbo a la cancha en busca de tres entradas. Metimos la carpa en el Ford Sierra que nos llevaba a todos los estadios y realizamos el mismo camino de cada domingo desde San Andrés hasta Avellaneda. Al llegar al Cilindro, cerca del mediodía, solo diez personas estaban en la fila.
Había pedido dos días en el puesto de diario que laburaba, mi compañero Adrian, hijo de los dueños me los había concedido. Prometí estar allí el miércoles al mediodía, ya que a las once arrancaba la venta de entradas y sabia que tendría un lugar privilegiado.

La tarde y la noche del lunes transcurrieron con tranquilidad entre mates y cervezas. El martes el panorama era un tanto más bravo, miles de personas formaban una fila bien ancha y desordenada que tenia mas de mil metros de longitud. Había clima de fiesta pero también de preocupación porque la fila se convirtiera en una gran masa humana frente a las boleterías.

La mañana del miércoles salí retratado en la portada del diario Ole bajo el titulo “La carpa del amor”. Un par de horas después obtuve las tres entradas que había ido a buscar, las resguarde bien y ya arriba del 17 rumbo a mi laburo las miraba sin poder creerlo.

Esa tarde tenia reunión con compañeros de otras facultades de la UBA, discutimos la real posibilidad de participar de un frente electoral para arrebatarle la FUBA a la Franja Morada, los números daban, era posible sacar al radicalismo de la conducción de la Federación. Estaban allí enquistados desde la vuelta a la democracia, pero la crisis política y de representación por un lado y la resistencia y nuevas formas de las agrupaciones estudiantiles por otro, lograron que perdieron algunos Centros de Estudiantes claves.

Cuando la misma estaba finalizando se filtraba por las ventanas el repique de vaya a saber que. Momentos después salimos hacia la CTA Capital donde decenas de vecinos cortaban la intersección de Independencia y Piedras. Llegaban llamados a los pocos celulares que había en ese entonces avisando que había gente en los alrededores del Congreso y de Plaza de Mayo. Momentos después la columna un tanto alborotada partió por Independencia, algunos siguieron hacia el congreso, otros doblamos por Salta y enfilamos hacia Avenida de Mayo. El destino era la Plaza de Mayo.


Esas nueve cuadras estaban vestidas de vecinas con sus cacerolas y pibes con redoblantes. La marea humana, densa y de paso firme que venia desde Congreso por avenida de Mayo jamás la había visto.

En la Plaza todo fue fugaz, de repente estábamos cerca de las vallas, minutos mas tarde bajo las palmeras incendiadas. Perdí a mis compañeros, pero hice algunos nuevos allí en ese momento. La rabia, la furia era palpable, sin embargo recuerdo una situación bastante graciosa, al pedirle una sartén de hierro a una señora y arrojarla varias veces para romper los vidrios del edificio que se encuentra frente al Banco Nación. Sin éxito y tras ir y venir arrojando piedras a la policía, comencé a romper junto a nuevos y fugaces compañeros las ventanas del Ministerio de Economía que se encuentran al ras de la vereda, una vez logrado el cometido, metimos bolsas de basura prendidas fuego.

Esa noche termine de madrugada en el Congreso. Horas mas tarde estaba abriendo el puesto de diario de Corrientes y San Martín, la gente pasaba alborotada, mi sensación era la de una larga batalla.
Solo soporte hasta las 11 hs del 20 de diciembre, avise que no podía quedarme mas y volví para Congreso a reunirme con mis compañeros. Esto aparejo un amable despido, ya no había condiciones para seguir laburando ahí.

En la cuadra de la Fundación de las Madres mientras nos reagrupabamos cruce a Humberto caminando por la calle con una boina que cubria su calva cabeza. Verlo me transmitió confianza y seguridad.

Nos movíamos en grupos reducidos para no llamar la atención de muchos policía de civil que revoloteaba la zona, y las primeras escaramuzas las viví ese día en Avenida de Mayo y Esmeralda, luego en la 9 de Julio y durante varias horas en Diagonal Norte. Me mantuve casi siempre junto a Maxi a quien habia conocido unos meses atrás. Su decisión para avanzar era clave, lo notaba seguro, mostraba el mismo énfasis que en cada gol de Racing. En mi billetera y bajo los gases guardaba su entrada para el partido con Velez.

El refresco llegaba a cada instante, los saqueos en algunos bares eran un acto de justicia. En una de las avanzadas enfrentando a la policía salio un ayudante de cocina de una bar de Diagonal y Maipú con un cajón de limones, repartiendo entre los allí presentes. Gestos de solidaridad como ese abundaron esa tarde.

Mi principal temor radicaba en la azoteas de los edificios, ya sabia que habian tirado con balas de plomo a varios desde allí arriba, sabia que había algunos caídos.

Tenia la mano cortada de tanta piedra sin embargo me reserve los ultimos esfuerzos para darle sin asco a unos carros bajos de la policia que tenian una especie de uña en su frente delantero y pasaban por la 9 de julio velozmente como queriéndonos levantar como “sorete en pala” con la misma.

Yabran nos habrá odiado por como quedo el local de Oca de la esquina de Corriente y Cerrito. Una hora mas tarde corria el rumor, luego efectivo de la huida y renuncia de De la Rua. Los gritos de victoria colectiva jamás los olvidare, eran aliviadores, de triunfo histórico. Sin darnos cuenta quizás que allí enterrábamos parte del modelo.

La retirada victoriosa por Avenida Corrientes, tomando lo que habia a nuestro paso, fue similar a la de aquellos guerreros que se llevan las pertenencias del vencido.

Volví a abrir mi billetera y cerciorarme que las entradas para el partido final allí descansaran.

El 27 de diciembre bajo la lluvia festeje otro triunfo histórico, la vuelta luego de 35 años. Racing lograba hacerme llorar otra vez. Era difícil explicar en ese marco social ese triunfo, esa vuelta. No había que explicarlo, solo sentirlo.

Desde Liniers fuimos en caravana al Obelisco y tras varias horas de festejo, me dirigí a la Facultad de Sociales, en Parque Centenario, donde el Frente 20 de diciembre le arrebataba la FUBA a la Franja Morada.

Pasaron 10 años de aquella inconmensurable alegría intensa vivida en tan solo 10 días.

Diego Bartalotta, @diegobartalotta

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