También, con tres de las chicas que eran amigas y militantes, nos preparábamos para ir a bailar a la noche sin prever el discurso de De la Rúa, ni el estado de sitio, ni el cacerolazo, ni nada (¡Éramos tan jóvenes!).
Cuando empezó el cacerolazo nos pusimos a caminar hacia Capital porque no había colectivos ni nada y nos quedamos a dormir en un local de Patria Libre.
El 20 estuvimos con los compañeros y compañeras dando vuelta por todos lados, íbamos de Plaza de Mayo a Congreso, de Congreso a Plaza de Mayo, nos enfrentábamos a la represión, corríamos entre gases y balas que después supimos no eran todas de goma, ayudábamos a los que no podían seguir porque se ahogaban o estaban lastimados, conseguíamos limones y pañuelos gracias a la solidaridad de los cientos de jóvenes que se sumaron a la pelea y de algunos vecinos y vecinas que aportaban lo que podían. Así estuvimos hasta que De la Rúa se escapó en el helicóptero dejando muertos y heridos a los que todavía hoy seguimos recordando.
Hicimos todo eso con la ropa que nos habíamos puesto para ir a bailar.
Victoria Donda, @Vikidonda
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