Fue el colmo. Se respiraba tensión en la calle. Se sentía el estrés usual del fin de año y bastante más, la teoría apocalíptica del fin del mundo junto con el fin de siglo, ya no se había cumplido. Sin embargo, los argentinos sentíamos que algo pasaría. Y sino, lo provocaríamos. Los saqueos ya habían comenzado, algunos por necesidad, otros por utilidad. La necesidad existía, tenía una cara. Tenía 40millones de rostros desesperados, maniatados, a merced del caos isntitucional. La represión había tomado un cariz novedoso, el 2 de Diciembre se había puesto el límite al retiro de dinero en cajeros automáticos.
Fue el colmo. Ya los bancos habían sido blanco de la ira popular, de la impotencia, actores responsables de la represión moderna y sofisticada de un capital que todo lo puede, casi nunca en sentido positivo, habían sido señalados abiertamente como los responsables de lo que sucedía. Ya no se trataba de ‘tener un laburo’, de ‘llegar a fin de mes’ o ‘ahorrar para’. Había pasado a ser una cuestión de dignidad, de poder acceder a lo propio, al fruto del esfuerzo. Había que pagar la fiesta de otros.
Fue el colmo. Si tenía un manguito, si estaba dentro de la privilegiada porción de argentinos que tenía algo guardado en un banco, ya no era tan seguro que me perteneciera. El saqueo se corporizó, obtuvo una forma manifiesta que no necesitaba interlocutores ni intermediarios. El plan que se había inaugurado con el Consenso de Washington a principios de los 90’ llegaba a su clímax. Un archivo de Word con ‘Las demandas de Washington’, que determinaban la forma en que los países latinoamericanos debíamos administrar nuestras economías, nos había traído hasta aquí; lo nuestro ya no era nuestro. Un archivo de Word, como cualquier otro.
Fue el colmo. Los dólares fugaban, las personas también. Junto con los saqueos al ahorro, marcharon vecinos ,amigos, familiares, que por esos calurosos días de Diciembre hacían largar colas para tramitar pasaportes extranjeros y emigrar a tierras lejanas.
Fue el colmo. La noche del 19 de Diciembre, después de que una multitud hubiera trepado las escalinatas del Congreso con intenciones quién sabe de qué, en medio de la desesperación popular e institucional, Fernando De La Rúa anuncia el Estado de Sitio. ‘Que se vayan todos, que no quede ni uno solo’ al son de las cacerolas ya era el hit del momento. Y el presidente del momento, había decidido llevar la represión al máximo. Ya no sale dinero, ni del país, ni de los cajeros, ni de las billeteras. Tampoco salimos nosotros de casa.
Fue el colmo. Tenía 18 años. Había votado por primera vez en mi vida. Y ya me habían querido decepcionar. En la cara de mis viejos, vi expresiones que no volví a ver. Ellos vivieron en otro momento, la represión manifiesta y de alguna forma u otra mientras hablamos en la mesa familiar antes, durante y poco después del anuncio, fue ‘no puede volver a pasar’. No que el Ejército tomara el poder, sino que volviéramos a perder la libertad.
Fue el colmo. Dijo DeLaRúa; ‘he decidido poner límites a los violentos que se aprovechan de las penurias ajenas’ al anunciar el Estado de Sitio. La violencia estaba en el aire. Violencia era no poder gozar de lo nuestro. Violencia fue llamarle violentos a los violados, estimado Dr. Mientras ud., Doctor, nos llamaba violentos, sus fuerzas de seguridad reprimían con balas de plomo. 40 personas murieron esos días, casi un 25% de ellas, menores de 18 años. Violentos.
Minga. Segundos después del anuncio del Dr.De La Rúa, los argentinos, desobedecimos lo que fue el último acto de gobierno de un presidente que nunca estuvo a la altura de las circunstancias.
Minga. Desde el balcón enrejado de casa veía cómo grupitos de gente, familias, sueltos, grandes, chicos, cochecitos, mascotas, todos, salían con lo puesto y las llaves de casa en la mano a encontrarnos. A decirnos ‘no puede ser’, ‘no queremos esto’, ‘no es justo’. A desautorizar, a deslegitimar una violación abierta a las libertades civiles como las que se estaban cometiendo. Dudé. Había estado en Plaza de Mayo la tarde anterior y cuando la represión comenzó, me fui. Y creo que mal no hice.
Minga. La esquina ya estaba llena, cortada al poco tránsito que había, sin policías cerca. Algunos decían que había gente yendo a Plaza de Mayo, otros al Congreso. Ambos lugares, recientes testigos de la mortal represión que nos trajo hasta acá. Miedo. Muchos no queríamos ir a la Plaza por temor a la represión. Eramos una banda de ‘violentos’ en chancletas, bermudas y musculosa, estudiantes, empleados, profesionales, amas de casa, jóvenes, adolescentes, desocupados y niños que queríamos poner fin al abuso.
Minga. Los ‘violentos’ enfilamos para la Quinta de Olivos. Algo así como; ‘lo vamos a buscar a la casa’. Si incluso alguien mencionó que un grupo de personas iba al domicilio de Cavallo a pedirle la renuncia. Las cosas se encontraban en ese estado, ya no importaba si era el presidente o el Ministro de Economía. Ninguno de ellos nos iba a humillar de esa manera. Estado de Sitio. Minga. Quienes no abandonaron sus casas, igual salían al balcón y se unían al reclamo, dando ánimos, ofreciendo algo de tomar, algo de comer, o simplemente sumándose a los cantos populares.
La paradoja. La burla. Un país entero reclamaba lo mismo. Sin colores, sin distinciones, sin clases. Solamente, ‘violentos’, que luego de haber sido saqueados sus bolsillos, no quisieron quedarse sentados en su casa a ver qué pasaba, como pedía el inoperante presidente del momento.
Encuentro. Cuando llegamos a la quinta, todas las puertas estaban valladas y muchos sectores del paredón que la cerca, estaban copados por grupos de gente, cacerola en mano, gritando ‘oh!,que se vayan todos, que no quede ni uno solo!’. Rumores de que por tal puerta entraría fulano o mengano, algún ministro o gobernador, y comenzaban las corridas. Alguno que intentó trepar el muro y la policía lo detuvo con agua. Más corridas hacia otra puerta, decían que llegaba el Ministro del Interior o Jefe de Gabinete. Yo no vi llegar a nadie. Cavallo ya había renunciado. El Argentinazo estaba triunfando.
@nicodanz
Nico Danziger
Las semanas previas al 10º aniversario del 20/12/2001, lanzamos la siguiente consigna: "contanos cómo viviste el 20 de diciembre del 2001. El formato es libre: tweets (#20dic), fotos, videos y relatos (subilos en www.facebook.com/20dic), o mandanos un mail a lab2punto0@gmail.com con tu propuesta". En este blog se almacenan todas las microhistorias que recopilamos en aquellos días.
sábado, 17 de diciembre de 2011
Hacia la toma de Olivos
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